
El divorcio es una realidad difícil que muchas parejas enfrentan, incluso tras años de matrimonio. Aunque es común decir que la mitad de los matrimonios terminan en divorcio, pocos saben cuándo ocurren estas rupturas. En las últimas décadas, ha crecido notablemente el llamado 'divorcio gris', que se refiere a divorcios entre personas de 50 años o más.
En 1990, solo un pequeño porcentaje de divorcios—alrededor del 8.7%—eran entre adultos mayores de 50 años; para 2019, esa cifra subió a cerca del 36%. Este aumento ha sido estudiado por sociólogos, quienes ven este cambio como significativo en la dinámica del matrimonio y divorcio. Las causas suelen relacionarse con dinámicas generacionales, cambios sociales y nuevas expectativas personales.

Un motivo clave detrás del incremento en divorcios de mayores es la generación del Baby Boom —nacidos entre 1946 y 1964—quienes vivieron la 'revolución del divorcio' en los años 70, cuando la sociedad empezó a aceptar y facilitar la separación legal. Esto abrió la puerta para que muchos dejaran matrimonios insatisfactorios.
Durante esa época, varios movimientos sociales, sobre todo la liberación femenina, brindaron a las mujeres derechos e independencia desconocidos antes. Leyes como el Título IX y la Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito ayudaron a las mujeres a conseguir educación, empleo y autonomía financiera, lo que influyó en sus decisiones personales.
Muchos baby boomers que se casaron jóvenes atravesaron segundos matrimonios más tarde, los cuales tienen tasas de divorcio más elevadas. Tras experimentar el divorcio, tienden a tener una visión más flexible sobre el compromiso matrimonial, y la idea tradicional de 'hasta que la muerte nos separe' pierde fuerza.
Además, la mayor esperanza de vida hace que muchas personas vean menos atractivo pasar décadas en un matrimonio infeliz. Problemas de salud que surgen con la edad también añaden estrés, en especial para quienes cumplen roles de cuidado.
Para muchas mujeres, el matrimonio tardío implica asumir responsabilidades de cuidado, lo cual contribuye a su decisión de divorciarse si no están felices. Con el tiempo, las personas cambian y estas transformaciones en su identidad personal pueden alejar a las parejas, más allá de la obligación o la costumbre.

Divorciarse tras décadas de unión trae obstáculos especiales que no suelen suceder en divorcios jóvenes. Cuanto más tiempo se compartió la vida—26, 30 o 40 años—más entrelazadas están las vidas, haciendo que la separación se sienta parecida a un duelo, semejante a la pérdida por fallecimiento.
El cambio resulta difícil porque la relación fue esencial por tanto tiempo. Adaptarse al divorcio gris suele tomar más tiempo que en adultos jóvenes. Estudios indican que mientras los más jóvenes se recuperan emocionalmente en uno o dos años, los mayores tardan cerca de cuatro años o más.
Además del impacto emocional, las finanzas son una gran preocupación, especialmente para las mujeres. Aunque con más educación y empleo que antes, las mujeres suelen ganar menos que los hombres y acumulan menos patrimonio. Esta desigualdad genera complicaciones económicas durante y después del proceso.
Muchas mujeres también suelen ser las cuidadoras principales de hijos o familiares mayores, lo que añade carga económica. Su situación financiera tras el divorcio puede reflejar años de sacrificios económicos sin una equivalencia en activos o ahorros. Afrontar este panorama requiere planificación cuidadosa y, a veces, asesoría profesional.
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Pasar por un divorcio en cualquier etapa es doloroso y complejo, y terminar un matrimonio largo en la madurez presenta sus dificultades particulares. Sin embargo, cuidar tu bienestar es fundamental y existen formas para que esta transición sea más llevadera y fortalecedora.
Primero, es esencial construir una red de apoyo sólida. El aislamiento puede aumentar la ansiedad, depresión y sensación de pérdida, por eso debes rodearte de amigos, familia o grupos de apoyo que te brinden seguridad emocional. Programa encuentros frecuentes con tus seres queridos o busca nuevas actividades sociales como clubes, clases de ejercicio o eventos comunitarios donde conocer personas con intereses similares.
Buscar ayuda profesional también es muy valioso. Un terapeuta puede acompañarte en los altibajos emocionales, ayudarte a entender las razones del fin del matrimonio y a reconstruir tu autoestima y confianza. La terapia ofrece herramientas para manejar el estrés, la ansiedad y los conflictos, mejorando tu ajuste general.
Gestionar las finanzas durante el divorcio es fundamental. Si es posible, consulta con un asesor financiero especializado en divorcios que te ayude con presupuestos, valoración de bienes y planificación de tu independencia económica. También existen recursos gratuitos en línea para adquirir claridad financiera y afrontar esta etapa con mayor seguridad.
No ignores la planificación de salud. Cuando te divorcias, debes nombrar un apoderado de salud —quien tomará decisiones médicas por ti si pierdes capacidad— ya que esta figura podría cambiar después de la separación. Revisa tu seguro médico; si tienes 65 años o más, puedes acceder a Medicare, o si no, es posible que debas buscar un nuevo plan o empleo con cobertura.
Finalmente, enfócate en tu futuro y ve este momento como una oportunidad de renovación. El divorcio puede ser un nuevo comienzo para descubrir quién eres fuera de la pareja. Dedica tiempo a establecer nuevas metas, ya sea un hobby, viajar o disfrutar de más independencia. Aunque el cambio da temor, también abre puertas al crecimiento personal y la felicidad.
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