
En cuanto a la relación entre el consumo de vino y la salud del corazón, las opiniones han variado mucho con el tiempo. Numerosos estudios han explorado este tema, pero sus resultados han sido a menudo inconsistentes, lo que hace que muchos profesionales de la salud sean cautelosos al dar recomendaciones definitivas.
Algunas investigaciones anteriores indicaban que beber vino con moderación podría reducir el riesgo de problemas cardiovasculares, mientras otras advertían sobre los riesgos asociados con el alcohol en general. Si alguna vez te has preguntado si disfrutar de una copa de vino puede ser beneficioso para tu corazón, no estás sola en esta duda.
Ante tanta incertidumbre, muchos expertos han recomendado consumo mínimo o nulo de alcohol como la opción más segura. Sin embargo, hallazgos recientes de una investigación detallada están generando un nuevo debate, sugiriendo que el consumo moderado de vino podría tener un efecto protector para el corazón más fuerte de lo que se creía.
Investigadores de la Universidad de Barcelona realizaron un estudio profundo para analizar cómo el consumo de cantidades pequeñas a moderadas de vino afecta a personas con mayor riesgo de enfermedades cardíacas. Encontraron algo sorprendente: tomar cerca de una botella de vino a la semana podría ofrecer beneficios para el corazón comparables a los que se obtienen con estatinas, medicamentos comunes para reducir el colesterol.
Lo que distingue a este estudio es su método innovador para medir el consumo real de vino. En lugar de depender solo de los reportes que los participantes hacían de sus hábitos, muchas veces poco fiables, midieron el ácido tartárico en muestras de orina. Este compuesto es específico del vino, lo que proporcionó un indicador más preciso del consumo.
Además de evaluar el consumo de vino, la investigación fue parte de un estudio español más amplio que analizaba cómo seguir una dieta mediterránea —rica en aceite de oliva, verduras frescas, frutas, nueces, pescado y baja en azúcares y procesados— ayuda a personas con riesgo aumentado de enfermedad cardíaca.

El equipo seleccionó a 1,232 participantes sin enfermedades cardíacas pero con factores de riesgo como tabaquismo, hipertensión, exceso de peso o antecedentes familiares. Estos completaron cuestionarios detallados sobre su dieta y consumo de alcohol, además de proporcionar muestras de orina al inicio y tras un año siguiendo un patrón dietético mediterráneo.
Analizando la presencia de ácido tartárico, los científicos midieron con precisión el consumo de vino en los días previos, permitiendo validar los datos reportados. Los participantes fueron seguidos por cuatro a cinco años para registrar quiénes desarrollaban eventos cardiovasculares graves como infartos o accidentes cerebrovasculares.
Durante ese tiempo, 685 personas sufrieron estos problemas, lo que permitió comparar sus niveles de consumo de vino con los resultados de salud para establecer vínculos más claros.

Los resultados demostraron que disfrutar vino con moderación brinda una protección notable contra enfermedades del corazón. Quienes bebían entre tres y doce copas pequeñas mensuales redujeron su riesgo en un 38% frente a quienes consumían menos de una copa al mes.
Aún más destacable fue el grupo que bebía hasta 35 copas pequeñas por mes —aproximadamente una botella semanal— que redujo su riesgo a la mitad. Esta reducción superó el 25% típico logrado con el uso de estatinas en un periodo de cinco años.
Sin embargo, es importante señalar que consumir más allá de lo moderado eliminaba estos beneficios. Tomar más de una copa diaria parecía anular el efecto positivo sobre la salud del corazón, subrayando la importancia del equilibrio al consumir alcohol.
El investigador principal comentó que combinar el análisis urinario del ácido tartárico con cuestionarios permitió medir con más exactitud el consumo. Esta metodología reveló efectos protectores para el corazón mucho más fuertes que en estudios previos.
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Si disfrutas una copa de vino, este estudio ofrece una noticia alentadora: consumido con responsabilidad y moderación dentro de una dieta saludable, podría contribuir genuinamente a mejorar la salud cardiovascular. Los beneficios son especialmente evidentes al combinarlo con alimentos característicos de la dieta mediterránea, conocida por favorecer el corazón.
Antes se estimaba que el vino moderado aportaba cerca del 20% de los beneficios globales de este estilo de alimentación, pero estas nuevas evidencias sugieren que la contribución podría ser mucho mayor.
En la práctica, esto implica que incorporar cantidades moderadas de vino —como un poco cada noche o varias copas repartidas en la semana— puede ser un complemento inteligente para el corazón si se hace con sensatez. La clave está en la moderación, ya que superar los límites recomendados puede convertir un hábito positivo en uno dañino.
Pequeños cambios, como agregar una copa moderada de vino junto con una dieta rica en alimentos naturales, verduras y grasas saludables, pueden crear efectos acumulativos que cuidan tu corazón a largo plazo. Una idea atractiva para cualquiera que busque equilibrar placeres cotidianos con objetivos de bienestar.
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